Tecnología

Stephanie Shirley, la matemática millonaria que se hizo pasar por hombre

Stephanie Shirley es una matemática que fundó una empresa de software en los años 60 en el Reino Unido y, pese a las barreras de género, se hizo multimillonaria. Te contamos su increíble historia.

Por Redacción España, el 19/02/2021

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Esta es una historia que ocurrió en los años 60 pero en la que se incluyen términos muy de ahora, como "conciliación", "teletrabajo", "zasca" o "ghosting". Es la historia de una mujer que empezó a firmar sus cartas con nombre de varón para recibir respuestas. La rúbrica era de Steve Shirley, pero quien empuñaba el bolígrafo era Stephanie Shirley. Esta es la historia de una mujer que se hizo multimillonaria. Rió la última y rió mejor.

Huida de la Alemania nazi e inicios en la informática

Stephanie Shirley nació en el año 1933, con el nombre de Vera Buchthal, en la ciudad alemana de Dormund. A los 5 años, su hermana de 9 y ella subieron a un tren en Viena y abandonaron su hogar huyendo de los nazis, en el programa Kindertransport, que envió a alrededor de 10.000 niños judíos al extranjero. Por suerte, sus padres sobrevivieron al terror de Hitler y, años después, pudo reencontrarse con ellos.

Entretanto, Shirley llegó a un pueblo cercano a Birmingham, a casa de los Smith, el matrimonio que la acogió a pesar de tener posibilidades limitadas. Entró en un internado para hombres, ya que era el único sitio que le daba acceso a estudios de matemáticas, materia en la que destacó desde bien pronto.


"Estoy viva porque, hace mucho tiempo, unos generosos extraños me ayudaron", afirmó en la charla que puedes ver en el vídeo de arriba. Cuando tuvo edad para entender lo que había pasado, tomó una decisión: "Decidí que haber salvado mi vida tenía que merecer la pena".

Al cumplir los 18, compaginó sus estudios superiores de Matemáticas (en horario nocturno) con su trabajo en Royal Mail, un centro de investigación. Esa empresa la vinculó a la informática.

Atraída por el mundo de la computación, solicitó entrar en el área de ordenadores, pero, ocho años después de haber entrado en la compañía, dejó su puesto. Quería casarse con un compañero, el físico Derek Shirley, y, además, se había dado de bruces con el techo de cristal: no la ascendían por ser mujer.

De ahí pasó a ICL, entonces, English Electric ICT, en el equipo que hacía el testing en el ICT 1301, una de las primeras computadoras de la empresa, perteneciente a la segunda generación. Sin embargo, allí también se encontró con discriminación de género. No es de extrañar, teniendo en cuenta que en aquella época las empresas contaban con dos tablas salariales, una para hombres y otra para mujeres.

Y entonces se decidió a montar su empresa.

Freelance Programmers: conciliación y teletrabajo, ghosting y zasca

Como contábamos al principio, esta historia incluye términos modernos que hacen referencia a cosas que han pasado desde el principio de los tiempos. La novela de Freelance Programmers, la empresa de Stephanie Shirley, se puede dividir en tres capítulos: Conciliación y teletrabajo, Ghosting y Zasca.

Capítulo 1: Conciliación y teletrabajo

Stephanie Shirley fundó Freelance Programmers desde la mesa de comedor de su casa en 1962. Fue una de las primeras startups del país. Más tarde, la empresa pasaría a llamarse FI y después, Xansa. El presupuesto de su compañía era de 6 libras.

Shirley contrató solo a mujeres e instauró el teletrabajo con horarios flexibles para que puedan conciliar su vida laboral y su vida personal. Conciliación. Las empresas de los años 60 eran rígidas y la matemática instauró una forma distinta de hacer las cosas.

Su idea era dar oportunidad a las mujeres en un mundo dominado por varones: "Era una empresa de mujeres, una empresa para mujeres". De hecho, esta idea se mantuvo cuando Freelance Programmers despegó: "Cuando llegamos a los 300 empleados, tan solo había tres hombres", explicó en esta entrevista a XL Semanal.

Capítulo 2: Ghosting

Shirley tenía dos cosas en contra: una era que la informática distaba mucho de lo que es actualmente y ella tuvo la idea pionera de vender software. Hubo risas en el mercado, porque, por aquel entonces, los software venían integrados en el hardware, se comercializaban como un todo. En este sentido (igual que en muchos otros), Shirley fue una visionaria.

La otra es que, como hemos dicho antes, Freelance Programmers era una empresa de mujeres. Esto hacía que la startup fuera objeto de burla o de comentarios peyorativos. "En The Times nos llamaban Las niñas de los ordenadores”, en palabras de la matemática. "Nadie iba a comprar software y, desde luego, nadie se lo iba a comprar a una mujer".

Contextualicemos. En la Inglaterra de los 60 una mujer no podía abrir una cuenta bancaria sin la autorización de su marido. Las mujeres no llevaban ni 50 años teniendo un derecho a voto relativo (desde 1918 hasta 1928, la edad mínima para votar era de 21 años para los hombres y de 30 para las mujeres).

En este entorno discriminatorio por defecto, no era de extrañar que la industria se riera de ellas: "Cuando fundé mi compañía, la gente se reía". A tanto llegaba la cosa que otros empresarios se mofaban cuando Shirley les enviaba cartas o, directamente, le hacían ghosting. No le contestaban.

Y entonces, Derek Shirley sugirió a su mujer que firmara con nombre de hombre. Así es como Stephanie Shirley pasó a llamarse Steve Shirley. "Los resultados fueron inmediatos", contó a XL Semanal.

Capítulo 3: Zasca

El zasca llegó cuando Freelance Programmers despegó. La empresa de Shirley se convirtió en una consultora de alta tecnología de referencia en el sector. Se encargó de programar desde horarios de autobuses y trenes de carga hasta software de control de stock.

Es más, Steve Shirley llegó a programar la caja negra del Corcorde, de British y Aérospatiale: "¿Quién habría imaginado que la caja negra del avión supersónico Concorde iba a ser programada por un grupo de mujeres trabajando desde sus casas?".

De este modo, Shirley llevó a su compañía al escalafón tecnológico y se convirtió en una de las mujeres más ricas del Reino Unido. La empresa alcanzó una valoración de 3 billones de dólares y llegó a tener 8.500 empleadas y empleados (empezó a contratar hombres a raíz de que el Reino Unido instaurara las leyes de igualdad de oportunidades laborales).

Sus logros se convirtieron en un zasca en toda regla para aquellos que no creyeron en ella y la denostaron por ser una mujer con ideas innovadoras.

La dama filántropa

La matemática ha recibido innombrables conmemoraciones y premios a lo largo de su vida. En el año 2000 fue nombrada Dama del Imperio Británico. Pero, si por algo destaca Stephanie Shirley, es por su labor filantrópica. Para empezar, Shirley decidió regalar sus acciones de la compañía sus empleados. 70 de esas personas pasaron a ser millonarias.

Para seguir, está al frente de tres organizaciones benéficas que tienen un papel destacado en la lucha contra el autismo, enfermedad que le fue diagnosticada a su hijo, Giles, en 1965. A pesar de su fallecimiento en 1998, Shirley continúa en una lucha activa, financiando centros de acogida para personas con esta enfermedad y programas de investigación.

Fuente de la imagen principal: steveshirley.com.

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